La lógica dice que los vinos blancos deben tomarse antes que los tintos, los vinos jóvenes antes de las cosechas antiguas, los vinos ligeros antes que los que poseen más cuerpo, los vinos secos antes que los dulces y los grandes vinos, siempre se dejan para el final. También dependerá de los platos que acompañen al vino, como por ejemplo: